Comunidad: Castilla - La Mancha |
Provincia: Guadalajara
Municipio: Tartanedo |
Localidad: Tartanedo
Código: GU-CAS-094
Monumentos militares: Torre señorial, torre palacio, torre fortaleza, torre fuerte
La Torre de Chilluentes se encuentra en el despoblado del mismo nombre, cerca de Concha, en el término municipal de Tartanedo de la provincia de Guadalajara. Para llegar a élla es conveniente salir de Concha, en la que se deberá preguntar por el despoblado de Chilluentes, la torre o la iglesia de San Vicente Mártir (también en ruinas).
Aunque con restos árabes, la torre actual es del siglo XII y serviría de defensa en las contínuas pugnas que azotaban estas tierras, en la frontera con el Reino de Aragón y el Común y Señorío de Medinaceli.
Chilluentes era un antiguo pueblo de bastantes habitantes, habitado hasta 1620, situado en un valle al borde del Camino de Molina que iba desde Establés hacia la sierra de Aragoncillo, en el límite entre Establés y Concha. Fue abandonado y su término se repartió entre Concha y Establés. Del pueblo de Chilluentes sólo quedan los fragmentos de esta torre y los restos la ermita de San Vicente Mártir, que fue la parroquia del pueblo. Entre ambas, montones de piedras de las antiguas casas del pueblo, que han sido retiradas a los lados de las fincas.
Se trata de una gran torre defensiva de base cuadrada y cinco pisos de altura, de la que sólo quedan dos muros. En una de las paredes encontramos un gran agujero donde antiguamente habría una ventana. La puerta quedaría en la cara opuesta, aunque esa pared no se conserva. La torre se parece a la de La Torrecilla (Establés), algo más alta, aunque peor conservada.
Se encuentra en ruinas, carece de tejado y se han derrumbado dos de sus muros.
Es de acceso libre.
Bien protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
MonumentalNet agradece la colaboración de José Carlos Ibar Cuerda, Miguel Ángel Cebrián Martínez