La atalaya de Cambriles se encuentra en la cala del mismo nombre, en el término municipal de Gualchos, provincia de Granada. Se puede llegar a ella saliendo de Castell de Ferro en dirección Almería, la carretera presenta una curva a la izquierda, allí, rodeada de casas, se encuentra esta torre atalaya, vigilando la playa o cala de Cambriles, a la que debe su existencia, y que cae a sus pies y mirando a la izquierda. A la derecha tiene el castillo de Castell de Ferro y a la izquierda o levante, la Torre de Baños.
Su construcción data, con toda probabilidad, de finales del siglo XVI, con motivo de los numerosos ataques y desembarcos en la cala de Cambriles de parte de los piratas berberiscos que por este lugar llegaban con facilidad a las Alpujarras. A mitad del siglo XVIII tenía asignados dos torreros y más tarde se le asigno un cabo de torres y tres torreros. No era torre de defensa pero llegó a tener un pequeño cañón. El objeto de esta torre era de vigilancia además de defender el puerto de Cambriles, cruzar visión con la Torre de Baños por levante y defender a poniente la playa de Castell de Ferro y la rambla de Gualchos o Rubite. En 1839 fue usada por los carabineros.
Es una torre troncocónica de una sola cámara y con plataforma. El cuerpo es macizo hasta el suelo de la cámara y esta presenta una cúpula esférica. La puerta-ventana está orientada al norte, tiene una ventana mirando al sur, una chimenea en el lado este y una escalera para subir a la plataforma en el oeste, que terminaba en una garita circular con cubierta abovedada.
Su estado de conservación es regular. Le faltan el matacán, algunos trozos de la cubierta y del parapeto, parte del tiro de la chimenea, y tiene rotos los peldaños de la escalera y el marco de la puerta.
Bien protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
MonumentalNet agradece la colaboración de Luis Puey Vílchez, Miguel Ángel Cebrián Martínez