La ermita de San Pedro se encuentra en la antigua Plaza del Perdón de la localidad de Ubrique, provincia de Cádiz.
En la transición del siglo XVIII al XIX existían unas precarias condiciones de vida donde las deficiencias de la estructura socioeconómica se unían a unas desfavorable coyuntura climática. Desde 1800 comenzó a detectarse en Cádiz una fuerte epidemia que se extendió a otras poblaciones, a pesar de haberse acordonado los pueblos con tropas del Ejército y de haberse cortado las comunicaciones. En Ubrique fueron al menos veinte personas las que murieron a causa de la epidemia. La Junta de Sanidad Local ordenó el enterramiento en los campos de los cadáveres sospechosos de contagio. En principio el lugar elegido fue en los alrededores del Convento, a lo que la comunidad religiosa se opuso y hubo que trasladar las sepulturas a otro sitio.
Las lluvias de noviembre lograron aplacar la peste. Pero la escasez de víveres fue una de las consecuencias del azote que, de nuevo se detectó en años sucesivos, aunque la importante epidemia de fiebre amarilla y vómito negro, originada más tarde en Málaga, no llegó a introducirse en Ubrique.
La situación en estos años llegó a ser bastante dramática. Sólo la importación de trigo junto con los resultados de una posterior regular cosecha pudo remediar más adelante la miseria.
Por aquellos tiempos la economía doméstica dependía casi en su totalidad del sector primario, y éste a su vez de los cambios climatológicos. Pero la carestía se veía agravada en aquellos años por la inexistencia de una infraestructura sanitaria que pudiese hacer frente a las frecuentes enfermedades. Fue la iniciativa privada la que dotó a Ubrique de su primer centro asistencial.
Pedro Romero Montero, hacendado de Ubrique y propietario de fincas y ganados, había concedido los medios de financiación de un pequeño hospital. Para ello, había comprado unas casas en la calle y plaza del Perdón dónde hizo construir la ermita de San Pedro en 1801. En su testamento, otorgado el 20 de noviembre de 1803 ante el escribano público de Ubrique, Juan de Luna, había dispuesto la utilización del edificio como un primer lugar de asistencia sanitaria, encomendándole a sus descendientes esta tarea. Fijó también la dotación para el personal sanitario y para los gastos de las medicinas.
Tuvo una finalidad de culto católico en el que financió los gastos derivados de las funciones religiosas. El sacristán era Fernando Vegazo y el capellán, el presbítero y sobrino del fundador, Francisco Carrasco Romero. Tenían la obligación de celebrar misa a hora cómoda para que pudieran oírla los enfermos, en sufragio del alma del propio Pedro Romero, su mujer, Beatriz Zarco de Castro, y su hija, Francisca Romero Zarco.
Pedro Romero falleció en 1804, y fue enterado en la ermita del San Pedro el 19 de enero del mismo año.
Tras la Guerra de la Independencia, en la que el edificio fue destruido, y debido a la pérdida de los medios de financiación para el hospital, la ermita se destinó exclusivamente al culto religioso, que tiempo después, también cesó. El altar y otros elementos de culto se trasladaron a la iglesia parroquial, y las imágenes se perdieron. El inmueble pasó a ser propiedad municipal.
Se trata de un edificio de estilo neoclásico de una sóla nave de planta cuadrada que describía originalmente en su interior una rotonda, con una breve estancia en el vestíbulo de iguales dimensiones.
En una sección en altura se observan arcos de medio punto a los pies y a la cabecera, que constituyen hornacinas o nichos laterales. Los arcos, sostenidos por pequeñas pilastras de capitel simple, son enmarcados a su vez por otras pilastras, a modo de jambas, de capiteles de orden compuesto que sostienen sus respectivos entablamentos. los capiteles se componen de volutas unidas por guirnaldas, hojas y racimos de uva. En la parte central del edificio se alza la cúpula, construida sobre pechinas, donde aparecen los símbolos de Cristo Rey, la Iglesia, San Pedro y la Virgen, y con una piña como clave. Sus nervaduras, que se unen con guirnaldas, están decoradas con finas molduras.
A la altura del arranque de los arcos que sostienen la cúpula y recorriendo todo el interior se ofrece una cornisa con decoración de molduras cuadriláteras y ovaladas repetidas, que insisten en el tema del racimo de uva.
En la fachada principal se observa un cuerpo simétrico y proporcionado, con la parte central enmarcada por pilastras pareadas. Éstas arrancan de basamentos construidos a modo de peraltes para salvar el desnivel de la plaza. Las cuatro pilastras de la fachada terminan en collarinos y capiteles de orden compuesto, formados con volutas laterales y guirnaldas.
Encima de la cornisa de la puerta central aparece una lápida de mármol con la siguiente inscripción Esta capilla dedica al Sr. San Pedro Apóstol su fundador don Pedro Romero y Montero dirigida por don Miguel Olivares académico de la de San Fernando y de la de Roma en el año de 1801.
El entablamento, compuesto de alquitrabe, friso y cornisa, da pié al frontón triangular en cuyo centro se abre un óculo que dá al ático.
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Fecha de última modificación: 26/09/2011
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