La Cárcel medieval de Morella se encuentra situada en la Calle Sant Juliá nº 31, a mitad de las escalinatas, en la localidad de Morella, provincia de Castellón.
Morella fue en la Edad Media era una de las tres grandes ciudades valencianas, junto con Xàtiva y el Cap i Casal.
Como Morella no tenía otro señor que el rey, la Justicia Mayor de la Villa era quien ejercía tanto el mero como el mixto imperio, lo que ahora podríamos traducir aproximadamente como jurisdicción penal y civil. La Corte de Justicia estaba situada en la actual Sala del Justicia, en el Ayuntamiento, ahora dedicada a actos y exposiciones.
Su jurisdicción se extendía por toda la comarca de Els Ports, desde Benifassà a Vilafranca, excepto Olocau del Rey, que tenía un Justicia propio fruto de antiguos privilegios. La Justicia tenía unos lugartenientes en cada una de las aldeas de Morella y un Justicia de 300 sueldos que juzgaba las causas de importe inferior.
Para evitar los gastos y los desplazamientos a Morella, en muchas aldeas, como Vilafranca, se prefería la mediación y el arbitraje. Además, la Justicia de Morella era la autoridad judicial que, desde 1280, resolvía los recursos a las sentencias de los justicias de la parte norte del reino de Valencia. Sus sentencias solamente podían ser apeladas en la Curia Real.
Es por eso que nos encontramos con una prisión grande, con diversas celdas y dependencias. En Morella había en realidad tres prisiones, una por cada jurisdicción de la sociedad estamental: eclesiástica, militar y real.
Morella también ha sido lugar de cumplimiento de penas de destierro, como la que le impusieron al abogado catalán Ferran Valls i Taberner, en el año 1926 como miembro de la Junta del Colegio de Abogados de Barcelona, que desobedeció la orden gobernativa de no publicar la Guía Judicial en catalán.
En 1356 un gran incendio urbano quemó gran parte de la villa, incluida la casa del consejo que estaba en la calle de Zaragoza desde el siglo XIII. Esto obligó a hacer el edificio donde están las prisiones, el actual Ayuntamiento, que se fue construyendo durante la segunda parte del siglo XIV. Se sabe porque en 1368, aprovechando las obras, se escapó Pedro Ruiz de Muntoro, cosa que le costó el correspondiente proceso al carcelero Martí d'Oró, que quedó absuelto.
El edificio ha tenido diversas intervenciones durante los más de seis siglos que lleva en uso, motivadas por la inestabilidad del terreno arcilloso. Las más importantes han sido las del siglo XVI, cuando se construyó el contrafuerte que ahora conforma la puerta de la prisión; y la de finales del siglo XX, una rehabilitación a cargo de Miguel del Rey premiada con el premio Europa Nostra.
Hay referencias de una prisión anterior, pero ésta se ha usado durante 610 años: desde 1359, en que el edificio todavía estaba en obras pero ya acogía prisioneros, hasta 1969 cuando Morella pierde el partido judicial. Desde los años 90 hasta la musealización de 2018 la prisión se ha dedicado a oficinas, almacén y archivo.
Se sabe poco de la administración de justicia en Morella durante el siglo XVIII, pero con la llegada del liberalismo, después de la primera guerra carlista (1840), Morella pasa a ser cabeza de partido judicial y la vieja prisión medieval pasará a ser la prisión del partido. Las prisiones continuaban malsanas y degradantes como siglos antes hasta que la directora general de prisiones Victoria Kent ordenó suprimir los grilletes durante la Segunda República.
Además de los presos comunes, acogerá también a los guerrilleros antifranquistas. Morella se considera entonces un agujero negro donde “desaparecían” los guerrilleros y detenidos, ya sea en enfrentamientos o aplicando la ley de fugas. Es por tanto, un lugar de memoria.
El Patrimonio Histórico Español está protegido por la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (B.O.E. núm. 155, de 29 de junio de 1985).
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Fecha de última modificación: 10/02/2024
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